El motivo de la publicación de esta
cita en el blog “Plaiaundiko Hegaztiak”, se debe a mi interés
por presentar un humedal ejemplarmente gestionado, en cuanto a la
conservación y la aplicación de medidas de protección hacia las
aves.
Todo ello en contraposición con lo que
he observado estos último años en Plaiaundi y el resto de los
humedales de la bahía de Txingudi, una absoluta dejadez y abandono,
en lo que respecta a la adopción de medidas orientadas hacia la
protección de las aves.
La Charca de Suárez es un enclave de algo
más de 13 hectáreas, ubicado en la vega del río Guadalfeo, en la
provincia de Granada. Dispone de 8 lagunas. Es el humedal más
importante de la costa granadina. Se encuentra a tan solo 150 metros
de la playa de Poniente.
Dispone de agua en abundancia,
procedente de aguas subterráneas que afloran a la superficie en
distintos puntos, que se complementan con el aporte del agua de
riego, a través de diferentes acequias, creando lagunas perennes.
Una temperatura media anual de más
de 17ºC, unida a la óptima disponibilidad de agua, favorecen la
existencia de un gran número de plantas y animales.
Aunque acoge una gran diversidad de
especies de aves, la protagonista fundamental es la focha moruna, con
un tercio de la población existente en Andalucía. En la Charca de
Suárez hay 6 núcleos reproductores, con excelentes resultados en la
cría. Es un enclave fundamental para la supervivencia de esta
especie que, sin el apoyo de colectivos e instituciones, entiendo que
ya habría desaparecido hace tiempo.
Actualmente es una reserva natural
concertada. Aunque bien sabemos, el que un enclave se diga que es una
u otra cosa, en realidad no quiere decir nada. Hay lugares con un
extraordinario “currículum” de titulaciones, en los que, en la
práctica, no se aplica ninguna medida enfocada a la protección de
las aves.
Sin ninguna duda, podemos decir que la
Charca de Suárez es un ejemplo de buena gestión, un ejemplo para
todos en cuanto a la aplicación de determinadas medidas para, por
una parte, favorecer la conservación del lugar, y por otra para crear unas condiciones óptimas que favorezcan la permanencia de la aves.
CREACIÓN DEL HUMEDAL.
A la entrada del parque hay un cartel
que dice: “La Charca, un espacio salvado por los ciudadanos. La
Charca de Suárez estuvo a punto de desaparecer. En 1991 el
Ayuntamiento de Motril inició unas obras para desecarlo al ser suelo
urbanizable. La acción ciudadana, con las asociaciones Buxus,
Alborán y Agnaden a la cabeza, con el apoyo de un gran número de
docentes y de la sociedad en general consiguieron detener las obras y
posteriormente lograron el cambio de calificación del suelo. En 2002
y 2006 se realizaron diferentes obras de acondicionamiento y
equipamiento. El 19 de Febrero de 2009 fue declarado por la Junta de
Andalucía Reserva Natural Concertada. Hoy, tras 15 años de lucha
ecologista, la implicación social sigue activa en el humedal. Más
de 1500 familias han plantado un árbol en el momento del nacimiento
de sus hijos y continúan cuidándolos; y mas de 130 voluntarios y
voluntarias colaboran generosamente en el mantenimiento y cuidado del
espacio natural. Una labor que ha recibido numerosos premios
nacionales e internacionales”.
VISITAMOS LA CHARCA DE SUÁREZ Y
COMPROBAMOS CÓMO SE APLICAN LOS CRITERIOS DE PROTECCIÓN HACIA LAS
AVES.
Esta primavera nos acercamos un día a
Motril, Granada, para visitar la Charca de Suárez. Con antelación,
habíamos llamado a un número de teléfono establecido y nos habían
indicado la fecha y la hora que nos asignaban para realizar la
visita.
Los terrenos del humedal disponen de un
cierre perimetral y una puerta de acceso, que se abre en horario de
visitas, permaneciendo cerrada el resto del tiempo. Nos juntamos un
grupo de personas y a la hora acordada un gestor del humedal nos abre
la puerta y nos permite el acceso. El gestor realiza una breve
descripción del lugar y nos informa de que debemos mantener una
actitud respetuosa hacia la aves. Vamos recorriendo los observatorios
y comentamos las aves que vamos viendo. En el recorrido observo
alguna pantalla aislante, realizada con cañas, que aislan las
lagunas respecto del tránsito de personas por los caminos. Una vez
transcurrido el tiempo establecido nos dirigimos hacia la puerta de
acceso, donde, tras agradecer su labor al gestor, abandonamos el
lugar.
SEÑALIZACIÓN EXISTENTE EN EL LUGAR.
Se adjuntan varias fotografías de la
señalización existente en la Charca de Suárez. Una señalización
clara y eficiente. En la siguiente foto puede verse las normas de acceso y recomendaciones. Normativa, algo que, al parecer, no la hay ni en
Plaiaundi ni en el resto de humedales de la Bahía de Txingudi.
La existencia de una normativa
específica es imprescindible para poder llevar a la práctica la
aplicación de criterios enfocados a la protección de las aves.
En esta otra fotografía se indica
sobre la existencia de un periodo de apertura restringido durante la época de reproducción de la fauna. Considero que esta restricción
es necesaria y especialmente beneficiosa para las aves.
No como en Plaiaundi y resto de los
humedales de la bahía de Txingudi, donde se pueden ver perros y
gatos sueltos deambulando por el parque en el periodo de reproducción
de las aves, algunas de las cuales crían a ras de suelo.
ALGUNAS FOTOGRAFIAS REALIZADAS EN LA CHARCA DE SUÁREZ.
Esta cita está dedicada a David, granadino, amante de las aves, que en muchas ocasiones nos ha visitado en Plaiaundi, hablándonos con entusiasmo de esta joya que han creado en su tierra, un auténtico modelo de cómo se debe gestionar un espacio natural con criterios de protección hacia las aves y demás especies presentes.
En estos momentos en los que todo está
en contra de las aves, con una continua degradación y desecación de
humedales, entre otros factores, produce una gran satisfacción el
conocer de la existencia de lugares como la Charca de Suárez, donde
la colaboración de voluntarios, gestores e instituciones ha dado lugar a la
existencia de un humedal tan bien gestionado.
Lo malo es que dicho humedal sea eso,
una excepción, uno de los pocos casos que hay en la península de
aplicación eficiente de criterios de protección hacia la aves, pues
lugares así, haberlos haylos, pero puestos a contarlos, nos
sobrarían dedos de la mano.
No estaría de más que, quienes marcan
las directrices de gestión en los humedales de la bahía de Txingudi
(y otros), visitaran este tipo de lugares, ejemplarmente gestionados,
para ir conociendo algunas nociones de gestión, aunque previamente
tendrían que entender y asimilar algo, “que las aves necesitan
protección”.