Uno de los indicadores del grado de civismo de una determinada sociedad, es sin duda, su grado de compromiso con la defensa del medio ambiente y la protección de los animales.
Aunque cada vez menos, existen lugares que por su reconocida
riqueza ornitológica son tratados como zonas de especial protección de aves.
Hay algunos próximos que están muy bien gestionados. Por citar algunos, la Reserva Ornitológica de Le Teich, en la bahía de Arcachón, Aquitania, o los Espais Naturais del Delta de Llobregat en Cataluña, o la Reserva Natural de s'Albufereta en Mallorca.
En Cataluña los gestionan muy bien, restringiendo el acceso
a determinadas lugares de los espacios naturales y realizando una eficiente
supervisión en las zonas accesibles. Son un ejemplo a seguir.
En estas zonas protegidas se establece un equilibrio entre
la eficiente preservación de los espacios y la posibilidad de ser visitados,
con la finalidad de que la fauna presente no sea molestada.
Si nos ajustamos a nuestro entorno y hablamos de la bahía de
Txingudi y sus humedales, uno llega a la conclusión de que no tienen ningún
plan de gestión, ni se aplica ningún criterio de protección para las aves, ni
su consiguiente supervisión, mas allá de la existente en cualquier parque
público de cualquier localidad.
La bahía de Txingudi
en general y Plaiaundi en particular, es un enclave de una gran riqueza
ornitológica. Las cifras de las observaciones lo avalan. En lugares
comprometidos con el medio ambiente sería tratado como una reserva ornitológica,
con las medidas de protección y supervisión consiguientes.
Sin embargo, la realidad actual de Plaiaundi viene descrita,
con absoluta precisión, por el texto de la pancarta que aparece en las
fotografías que se adjuntan.