A lo largo de los años hemos ido visitando y conociendo numerosos humedales, tanto en zonas costeras como de interior, conocidos por tener buenas poblaciones de aves, prestando atención, por una parte, como buenos aficionados, a las aves presentes, y por otro lado, observando y analizando, en cada lugar, las medidas establecidas para dar protección a las aves.
Las medidas de protección a adoptar cambian de un humedal a otro. No es lo mismo por ejemplo un humedal como Plaiaundi (y resto de humedales de la bahía de Txingudi), insertado en un núcleo de gran densidad demográfica, que un humedal que tenga el núcleo de población mas próximo a 20 kilómetros y se acerquen al lugar un promedio de 4 observadores de aves a la semana.
Lógicamente, el primer caso, Plaiaundi, precisa de la adopción de rigurosas medidas de protección, mientras que en el segundo caso, aun precisando también de protección, esta puede ser mucho mas relajada.
Hay humedales como Urdaibai, donde la propia configuración del terreno mantiene a los visitantes a una distancia prudencial de las aves. No dispone de perniciosas pasarelas que se adentren por el humedal (y espero que no las haya nunca), como las hay en las Tablas de Daimiel, por ejemplo.
Las medidas de protección a adoptar en un pequeño humedal próximo a un casco urbano (por ej. Plaiaundi) serían:
1.-Cierre perimetral, con una única puerta de acceso para visitas, abierta en horario de visitas, permaneciendo cerrada el resto del tiempo.
2.-Establecimiento de una normativa que regule la interacción entre las visitas y las aves presentes al objeto de que se ocasione la mínima perturbación sobre las aves, intensificando las medidas en los periodos de cría.
3.-Colocar señalización distribuída por todo el recorrido del parque, básicamente pedagógica, explicando porqué determinadas actuaciones perjudican a las aves.
4.-Supervisión “sobre el terreno” realizada por personas facultadas para la función. Considero que es una función prioritaria en un humedal, prioritaria ante cualquier otra.
La señalización sin supervisión queda coja en cuanto a resultados. Es como si en la carretera se colocaran señales y se supiera que no habrá nadie supervisando. Pues que nadie haria caso de las señales. El ser humano es así.
A lo largo de los años, en Plaiaundi no he visto que se aplicara, en ningún momento, alguna de las 4 medidas citadas. Me parece vergonzoso. Algo que resulta doloroso para cualquier amante de las aves. Las perjudicadas las propias aves.
Que decir sobre el “invierno ornitológico” en Plaiaundi.
Pues resumiendo, cada año vemos menos especies y en menores cantidades.
En mis visitas rutinarias al parque, en la inmensa mayoria de las ocasiones, al salir de los observatorios de las lagunas intermareales de San Lorenzo y Txoritegi, me digo a mi mismo: “no hay nada”. Un día una garceta grande. Otro dos archibebes claros. En general nunca hay nada. Ni cuando se llenan de agua ni cuando se vacían. Hay excepciones, el año pasado por ejemplo vi algún bando, en vuelo migratorio, que bajaba a las citadas lagunas, a descansar un rato, antes de proseguir su vuelo.
Hace cosa de diez años dedicabamos muchos ratos a la observación de aves en dichas lagunas, pues había cantidad y variedad de aves. Muchas veces los observatorios estaban llenos. Hoy en día apenas veo a nadie.
Considero que el motivo de la desaparición de las aves de las citadas lagunas fue el desmantelamiento, hace ocho años, aproximadamente, de las compuertas de regulación de la entrada de agua de las mareas. Sin compuertas se generan una condiciones incompatibles con la presencia de muchas especies.. Las aves trasladan sus rutinas diarias a otros lugares. Considero que negar tal hecho sería como negar que llegada la noche oscurece.
Me he encontrado con observadores de aves que me han dicho cosas como: “Yo en estos observatorios ya no entro, nunca veo nada”.
Me he puesto a escribir esta cita ya avanzada la primavera. Ver tanta desidia y abandono produce desánimo y no encontraba el momento de ponerme a escribir.
Sin embargo, esta mañana me he encontrado con algo que me ha levantado el ánimo. Realizando una visita para observar aves al parque de Oxinbiribil, que por cierto presenta un aspecto extraordinario, he podido ver que acababan de colocar dos señales con indicaciones o pautas de comportamiento enfocadas a dar protección a las aves.
No sé quién habrá sido el autor de la iniciativa. A quien sea, trasladarle mis más sinceras felicitaciones.
Nunca había visto una señal de ese tipo en ninguno de los humedales de la bahía de Txindudi. Si las rompen, no hay que caer en el desánimo, se vuelven a poner y punto.
Estas señales son indispensables para dar una cobertura de protección a las aves. Lo suyo sería colocar este tipo de señales distribuidas por los diferentes humedales de la bahía de Txingudi. Hasta la fecha la deriva negacionista no lo ha hecho posible.
Tiene gracia la cosa, se ha dado el primer paso en Oxinbiribil, el único de los humedales de la bahía de Txingudi que no es Z.E.P.A. (Zona de Especial Proteción de Aves).
De todos modos, repito, sin supervisión, el efecto de la señalización se queda cojo. Muchas personas, si ven que no hay supervisión no respetan nada, salvo honrosas excepciones.
Alguien dirá, para qué tanto rollo de protección y tanta historia. Pues está claro, si no protegemos a las aves estas van desapareciendo. Actualmente están llegando a la Península Ibérica, a pasar el invierno, menos de la décima parte de las aves que llegaban hace alrededor de 50 años. Y la cifra sigue bajando. Si no se adoptan medidas de protección las cantidades seguirán disminuyendo progresivamente.
<