sábado, 12 de marzo de 2022

Itzaberri

Por decirlo de alguna manera, es la “joya de la corona” del parque público Plaiaundi.

Es una parcela de terreno de 4 hectáreas de superficie aproximadamente. Situado en la Bahía de Txingudi, tiene forma rectangular. Dos lados limitan con el parque, el tercero con la bahía de Txingudi, y el último con el arranque del canal de Jaitzubia, junto al aeropuerto.

Es una zona de confluencia de aguas dulces y saladas, poco profundas.

Con la pleamar se inunda y cubre de agua, quedando al descubierto varios islotes, donde permanecen las limícolas y otras aves, en espera de que bajen las aguas y poder alimentarse.

Al bajar la marea queda toda la parcela al descubierto. Consiste en terreno de limo y arena con zonas de hierba compatible con el medio.




Los dos laterales contiguos a las aguas de la bahía tienen el perímetro definido por dos líneas de postes dispuestos verticalmente.

Dichos postes son habitualmente utilizados como posaderos por gaviotas y cormoranes, entre otros. Son también el posadero de las águilas pescadoras, punto de partida y a donde regresan a alimentarse con los peces capturados en las aguas próximas. Es un gran espectáculo ver sus intentos de captura.

En el lugar se producen algunas de las irregularidades habituales en el parque (perros sueltos, alguna persona a la que le da por recorrer a pie la zona, etc.)

Otra circunstancia suele darse en la pleamar con relativa frecuencia. Se trata de embarcaciones que irrumpen y recorren el interior de la parcela de Itzaberri.

Esta es una cuestión que ha sido motivo de anécdotas que se han dado de forma reiterada a lo largo de los años.

Voy a comentar la última reciente. Estando en "el córner", uno de los vértices de la parcela y lugar por excelencia para la observación de la bahía, coincidimos varios observadores de aves.

Vemos como se aproxima una persona con una embarcación, sobrepasa la línea de postes y se adentra en el espacio de Itzaberri, espantando a todas las aves allí presentes. Uno de los presentes, con tono de voz potente, se dirige al de la embarcación y le dice: “¡Oiga, que ahí no se puede estar, que es una zona protegida. Haga el favor de salir”. El de la embarcación, perplejo, empieza a mirar a todas partes y cuando nos ve dice “¿pero, qué pasa?”. A lo que el que había hablado desde el córner le dice: “¡es que no has visto el cartel o qué!”.

Transcurridos unos segundos otro de los observadores de aves dice: “pero si en los carteles no pone nada, están borrados”.

Vemos que el de la embarcación, movido por la curiosidad, se acerca al cartel (que, por cierto, tienen un tamaño tal que, aunque tuviera texto, habría que acercarse a un metro para poder leerlo) y al rato empieza a gritar: “¡pero me estáis tomando el pelo o qué!” seguido de una sarta de improperios que prefiero no reproducir.

Estos episodios, recordados con el paso del tiempo, tienen su gracia, aunque en su momento se viven con auténtica tensión.

Alguno dirá, pues vaya historieta, a qué viene esto. Pues viene esto a que lo relatado ocurre debido a la falta de señalización y al estado de abandono en el que se encuentra el parque.

Prueba de ello añado fotografías del único cartel de señalización que hay actualmente en el perímetro de Itzaberri. En su día decía algo así como: “Zona de protección de aves. No sobrepasar la línea de postes”. Hoy en día está totalmente borrado.

Antiguamente había mas carteles fijados a los postes, del mismo tamaño, y que desaparecieron hace años.





Pero lleva muchos años así, borrado. Auténtica dejadez. Veremos cuántos años tardan en poner una señalización clara y eficaz, que uno pueda leer según se aproxima (de 10 a 20 metros de distancia) y le permita modificar el rumbo de la embarcación.

Otra cuestión que quiero comentar es la de los posaderos para las aves que se colocaron hace algunos años en Itzaberri. Se adjunta fotografía. Han ido perdiendo las piezas horizontales donde se posaban gaviotas y limícolas (hoy en día queda una).

  


Llevan años sin restaurar. Incluso sería conveniente colocar mas posaderos de este tipo en otros puntos de Itzaberri. Pero nada, se aplica eso de que, lo que roto está, roto se queda.

No estaría de mas un poco de sentido estético, evitando para las fijaciones esas abrazaderas de plástico, o al menos, recortarlas una vez colocadas.

Queda claro que al parque público de Plaiaundi se destina una cantidad considerable de dinero público, pero para apoyar y proteger a las aves, pues nada, ni un céntimo.